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Clara Montoya | Lightning, Solar Years and Antipodes

Lightning, Solar Years and Antipodes. A journey through some of the work by Clara Montoya.

The work of Clara Montoya often reflects on the sculptural value of the planet through a set of scales that proposes constant transfers between the micro and the macro. It combines formal experimentation in terms of materials and techniques, with a particular poetic and deep conceptual ideas. Her works and the processes of research and construction that precede them have a strong influence of literature and generate narratives that lays out scientific and conceptual challenges. We propose a tour of the different and distant dimensions that the sculpture develops in the work of this artist.

Fulgur Conditum

The journey starts in the fields of South Africa, where there is a large installation called Fulgur Conditum, specially designed to receive lightning and create, by natural procedures, a sculpture. The piece is waiting for a ray to cross it and melts the sand creating fulgurite: a type of mineral that is formed by the fusion of the crystals of the sand under the effect of lightning and which acquires a branched shape, like an inverted tree or a frozen lightning. This piece, like many others from the artist, operates at several levels; Montoya tends to produce works with open ends, sculptures that are waiting to be transformed, pieces that, while falling apart, create other pieces. These are open sculptural systems, generators of new works and new meanings. The challenge and the waiting for atmospheric phenomena and physical principles become the fundamental narrative and evocative strategies of Clara Montoya's work, which situates us in the timeless and distant space of the artistic experiment.

1924/2014

1924/2014 is a modular sculpture that measures the growth of the distance between the Earth and the Moon, which each year increases an average of 3.84 cm. Under the guise of a united shoot, this sculpture is constructed from a series of independent discs, each corresponding to one year and engraved on its surface with the lunar calendar. At the time of installation, in 2014 -with 90 years- the piece had a length of 345.6 cm. and a height of 3 meters. There were 110 discs besides those waiting to be placed over the years. This amount of discs to place exceeds the current life expectancy. In 2124 the length of the piece will be 768 cm, showing the distance the Earth and the Moon have moved away during these years.

In one of his stories, the science fiction writer Ted Chiang narrates a particular expedition of a group of miners who climb the Tower of Babylon with the aim of digging the celestial vault. The tower is so high that they need several months to reach the top and during the whole journey the miners discover and reflect on the ways of life and the new points of view that this trip offers them about their natural environment and the stars. In her project Antipodes, Clara Montoya takes the opposite direction to alter, in a similar way, our perspective.

Antipodes

In this installation she works with the terrestrial sphere as a sculptural material, with the possibility of looking through it. She devised a connection system via Internet to get the viewer's gaze to cross the Earth and reach the antipodes, as if a very long hole connected this exhibition space in Madrid with the city of Wellington in New Zealand, whose sky was broadcast in real time during the duration of the sample. The challenge of building systems that situate the viewer's gaze in apparently inaccessible places is a constant in Clara Montoya's work.

El trabajo de Clara Montoya reflexiona a menudo sobre el valor escultórico del planeta a través de un juego de escalas que plantea traslados constantes entre lo micro y lo macro. Para ello, combina la experimentación formal en cuanto materiales y técnicas con una poética particular y la profundidad de lo conceptual. Sus obras y los procesos de investigación y construcción que las preceden cuentan con una fuerte influencia de la literatura y generan narraciones que plantean retos científicos y conceptuales. Te proponemos un recorrido por las distintas y distantes dimensiones que la escultura desarrolla en el trabajo de esta artista.

Empieza en los campos de Sudáfrica, donde se encuentra una gran instalación titulada Fulgur Conditum, especialmente diseñada para recibir un rayo y crear, por procedimientos naturales, una escultura. La pieza está a la espera de que un rayo la atraviese y funda la arena creando así fulgurita: un tipo de mineral que se forma con la fusión de los cristales de la arena bajo el efecto de un rayo y que adquiere una forma ramificada, de árbol invertido, o de relámpago congelado. Esta pieza, como muchos de los trabajos de la artista funcionan a varios niveles; Montoya tiende a producir obras con final abierto, esculturas que están a la espera de transformarse, piezas que mientras se deshacen crean otras piezas. Son sistemas escultóricos abiertos, generadores de nuevas obras y nuevos significados. El reto y la espera frente a fenómenos atmosféricos y principios físicos se convierten en las estrategias narrativas y evocadoras fundamentales del trabajo de Clara Montoya, que nos sitúan en el tiempo indefinido y el espacio lejano del experimento artístico.

1924/2014 es una escultura modular que mide el crecimiento de la distancia entre la Tierra y la Luna, que cada año aumenta una media de 3,84 cm. Bajo la apariencia de un vástago unido, esta escultura se construye a partir de una serie de discos independientes, cada uno correspondiente a un año y tiene grabado en su superficie el calendario lunar. En el momento de su instalación, en el 2014, con 90 años, la pieza contaba con un largo de 345,6 cm. y una altura de 3 metros. Eran 110 discos más los que esperaban a ser colocados con el paso de los años. Esta cantidad de discos a colocar supera la esperanza de vida actual. En el 2124 el largo de la pieza será de 768 cm., mostrando la distancia en la que se han alejado durante estos años la Tierra y la Luna.

En uno de sus cuentos, el escritor de ciencia ficción Ted Chiang narra una particular expedición de un grupo de mineros que suben a la Torre de Babilonia con el objetivo de cavar la bóveda celeste. La torre es tan alta que necesitan varios meses para alcanzar la cima y durante todo el trayecto los mineros descubren y reflexionan acerca de las formas de vida a esas alturas y los nuevos puntos de vista que este viaje les ofrece sobre su entorno natural y los astros. En su proyecto Antípodas, Clara Montoya toma la dirección opuesta para trastocar, de manera similar, nuestra perspectiva.

Se trata de una instalación en la que trabaja con la esfera terrestre como material escultórico, con la posibilidad de mirar a través de ella. En Antípodas ideó un sistema de conexión vía Internet para lograr que la mirada del espectador atravesase la Tierra y lleguase hasta las antípodas, como si un larguísimo agujero conectase este espacio expositivo en Madrid con la ciudad de Wellington en Nueva Zelanda, cuyo cielo aparecía retrasmitido a tiempo real durante la duración de la muestra. El reto de construir sistemas que sitúen la mirada del espectador en lugares aparentemente inaccesibles es una constante en el trabajo de Clara Montoya.


Facebook: @clara.montoya.96 Instagram: @claramontoyavoz


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